domingo, 24 de abril de 2011

pies para qué os quiero

Para seguir con el pastosoblog, el siguiente capítulo lo vamos a dedicar a los terremotos. Sí, ya llegarán episodios sobre los japoneses, el alcoholismo, la Oficina, la ciudad de Tokyo, o la recogida de basuras  (sí, se merece un capítulo aparte).
Pero antes, y para acabar con los capítulos catastrofistas, nos toca explicar los movimientos tectónicos.
Empecemos por el ‘kit básico para terremotos’. Hay  que tener una mochila preparada para salir echando leches en caso de que la cosa se mueva demasiado. La gente en general se compra kits carísimos con primeros auxilios y diferentes historias electrónicas. El mío, básicamente es como si fuera a hacer un interrail: un calzoncillo+calcetines (ropa no hace falta, ya que se supone que sales con lo puesto), salchichón marca día, fabada litoral y un litro de agua, con eso llegamos por lo menos hasta Corea del Sur. Pilas+linterna, disco duro para no perder las fotos de la nostalgia, cámara de fotos y mochila peruana.

Este kit es el casero, es decir, si me pilla en casa sobando, en casa de que me pille en el trabajo (más probable puesto que prácticamente vivo allí), tengo el pasaporte y el portátil, menos prágmático que el salchichón, pero es lo que hay.
También tengo yoduro potásico por si hubiera que saturar la tiroides, pero eso ya ha pasado de moda en la prensa internacional…
Pasemos a describir a las réplicas. Digamos que es como estar en un barco, tú notas una pequeña inestabilidad, luego la cosa empieza a temblar, y si suena el móvil de algún japonés con la alarma más de 5 segundos, es que viene uno gordo.
Ya el primer día tuve las primeras réplicas, y la verdad que en una hora te acostumbras. Existen muchos indicadores para saber si la cosa no va a ir a más. Hay dos tipos de terremotos, los de sacudida horizontal, sin problemas, o los de sacudida vertical, cosa mala. Mis indicadores elementales son la botella de agua que es la primera que te avisa de que la cosa se mueve. Luego está la alarma de los móviles Iphone (que debe tener el 97% de los japoneses) que empieza a sonar en seguida, muchas veces antes de que tú te des cuenta (yo todavía me pregunto cómo funciona ese sistema), y luego ver si la gente se acojona o no. Yo tengo la mala suerte de trabajar justo debajo de un viejo aire acondicionado. Cuando estoy en casa, como no hay Iphones ni japos, la clave es ver si se corta internet…con música en reproducción online te das cuenta.
Bueno, para hablar de las intensidades, a parte del Shindo (grado), profundidad, distancia al epicentro y diversos tecnicismos, para mí el factor más importante es en qué edificio te encuentras. Mi casa, que es de papel, literal, parece una discoteca, por eso cuando llegamos a un grado 3-4 parece que son 2 grados más. La prueba es que el portugués que vive conmigo trabaja en una oficina moderna y ni se inmuta, pero el otro día en casa salió de la ducha con toalla en mano (nada más) hasta la calle acojonado, cuando yo no había llegado ni a las escaleras. Sí, la estructura importa. La oficina no es que sea mucho mejor, pero como hay más gente, tienes esa sensación de, vaaaaa…no voy a parecer aquí yo el acojonao de turno, de hecho, y ya me lo han dicho, siempre soy el más lento en desalojar, no por hacerme el valiente, pero es que te quedas hipnotizado mirando cómo se mueven los aires acondicionados.
Digamos que hemos tenido que desalojar la Oficina dos veces, 7.4 y 7.1. En Tokyo algo entre 3 y 4. Sí, no quiero ni pensar lo que es un grado 6. El día del gran terremoto, Tokyo sufrió un grado 5-6. Aún así la gente estuvo una semana con recuerdos de la réplica. Yo sinceramente creo que las autoridades japonesas rebajan los grados de las réplicas para no acojonar el personal. Si no no me explico como todo tiembla tanto con grados 1, 2 y 3...Hasta aquí todo anecdótico, pero la cosa empieza a cansar cuando tienes hasta 50 réplicas un día. 
Vamos, una fiesta.  La cosa es que el país en general no sufre tantas réplicas, de hecho hay meses del año que ni te enteras, pero este mes de abril está a punto de batir el record (imagen de la primera semana de abril)

Y nada, por fín el 16 de Abril alcancé mi grado 4! Espero no llegar a más…
Una de las cosas más molestas son las réplicas mañaneras, esas que te levantan a las 6 de la mañana. Hubo una semana que me levanté 5 días seguidos a esa hora, y ‘aunque una gota no cae nunca en el mismo lugar dos veces’, una réplica suele suceder en la misma franja horaria…(y casi siempre con epicentro en las prefecturas cercanas a Fukushima).
Y bueno, para acabar con este último capítulo catastrofista, un par de curiosidades.

NO HAY QUE PONERSE DEBAJO DE LA MESA!! Existe un término llamado triángulo de vida, que es el espacio que queda justo pegado a un objeto pesado que es el que para el golpe, si te pones debajo de una mesa, simplemente te aplasta. En mi oficina, como no hay nada pesado, ni un archivador, a poner  pies en polvorosa!

Y un link del sonido del océano durante un terremoto, qué friki!

Bueno, en los capítulos siguientes os diré que estoy bien, que me explotan laboralmente, que la comida es     buena (y con dinero ya sería la leche!), que hoy he estado en el estadio del Yokohama Marinos, que existe un garito malasañero con música tipo Red Hot y cubatas de Bacardi a precio razonable, y que el sr. Miyagui llamaba a Daniel, Daniel-san, porque san significa hijo (hijo mío), aunque generalmente se utiliza como  terminación de respeto hacia personas mayores (como Bhai en la India), y si Daniel era obviamente menor que el sr. Miyagui, era Daniel el que tenía que decir eso, y el sr. Miyagui, Daniel Kun. Mi única explicación es que el guionista debía de ser del Atleti.